Se llaman Ernesto y Pablo y sus cumpleaños no son uno más. Debido quizá a su amor a la Física (y la Química), son conscientes del paso del tiempo y de que solo se vive una vez. Por eso, en sus cumpleaños organizan fiestas dignas de las mejores embajadas y en esta ocasión contaron con nosotros para abastecer de cerveza a sus invitados.

El “rincón de la cerveza”

Un rato antes, con la calma que precede a la tempestad, acudimos a las instalaciones para montar el “rincón de la cerveza“. Preparamos el grifo, pinchamos barriles y pusimos un cubo con hielo y Primitiva para aquellos que la quisiesen de botella. También, por la insistencia de la organización en la generosidad de los invitados, colocamos nuestro querido tarro con la palabra “bote” que tantas alegrías nos regala en eventos y ferias.

Tras unas pequeñas indicaciones sobre tiraje, los invitados fueron uno a uno acudiendo al grifo para probar la cerveza y dar cuenta de su aprobación. Muchos de ellos no conocían cómo funcionaba un grifo de cerveza ni cómo se servía correctamente. Sin duda, se fueron bien aprendidos. El grifo de cerveza tuvo que trabajar como pocas veces y culminó una fiesta que ya nacía animada.

Una pequeña sorpresa

Para rematar la fiesta y aprovechando la ocasión, dimos a probar a todos los que quisieron unas pequeñas muestras en barriles de las pruebas que nos han tenido meses trabajando un nuevo otoño. La que está llamada a convertirse una nueva cerveza con el tiempo.

En este caso, las impresiones han de quedarse entre los asistentes y su vaso. Lo que pasa en el “rincón de la cerveza”, se queda en el rincón de la cerveza.